El sabio y el escorpión.
Iban paseando por la orilla de un rio dos monjes orientales, en silencio y atentos a sus meditaciones respectivas, cuando el más joven vió cómo un pequeño escorpión se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo tomó con su mano el escorpión le picó.
Como reacción natural ,el joven monje gritó al tiempo que lo soltó, sacando de su meditación al otro monje, quien lo observó y continuó meditando en silencio.
El animal volvió a caer al agua y de nuevo estaba en peligro de ahogarse, cuando nuevamente el joven monje intentó sacarlo otra vez con la mano desnuda, y otra vez el escorpión le picó.
En esta ocasión, y habiendo oído nuevamente el grito de su hermano, el monje anciano le dijo: Pero hombre bendito ¿Cómo se te ocurre coger así a un escorpión?, siempre te picará cuando lo hagas, su naturaleza es picar.
El joven monje, dolido y humillado respondió: "De acuerdo que la naturaleza del escorpión es picar, pero eso no cambia la mía, que es salvarle".
A lo que el anciano monje le replicó: "No te estoy diciendo que renuncies a tu naturaleza, sólo te estoy diciendo que te protejas".
Y entonces, ayudándose de una hoja y con mucho cuidado el joven monje sacó el animalito del agua y le salvó la vida.
Es bueno saber cual es tú naturaleza y la naturaleza del otro, y no cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones.
El ayudar a otros empieza por ayudarte a ti mismo para que esa ayuda sea eccológica para ambos, los dos han de sentirse bien. La ayuda no sirve cuando alguien ha de salir dañado.
Comportarse generosamente con alguien no es garantía de que ese alguien te trate con gratitud, pero al menos tú te sientes bien contigo mismo. Si buscas gratitud ya no te comportas tan generosamente como pensabas.
Y por otro lado...¿quién dice que el escorpión al picarle no le estaba dando las gracias al monje a su manera?.Lo que para unos es un comportamiento horrible, para otros puede ser un acto digno.
¿Quién juzga eso?.La vara de medir sólo está en lo que queremos para nosotros, diferenciar lo que nos es válido de lo que no nos lo es, en virtud de cómo queremos vivir nuestra vida. Cada paso que damos, ¿nos hace más felices o más desgraciados? ¿Ayudo a los demás porque es lo "se debe hacer" y me lanzo al vacío sin paracaídas, porque, como ayudo (leáse soy buena) Dios me protegerá, o ayudo a los demás tomando plena conciencia de quiero correr el riesgo sabiendo hasta dónde estoy dispuesto a arriesgarme teniendo presente mis capacidades para cuidar de mi mismo en cualquier momento?. Cuidar de uno mismo es un derecho y una obligación, es un acto de respeto por tu propia existencia, es el primer paso hacia el autodescubrimiento.
jueves, 31 de diciembre de 2009
lunes, 21 de diciembre de 2009
La historia de un pescado
Gregory Bateson estuvo varios años estudiando los patrones de comunicación de las marsopas y los delfines. Él registró que, para complementar sus estudios, el centro de estudios con el que él estaba relacionado, con frecuencia organizaba presentaciones para el público al vivo usando los animales que estaban siendo estudiados, a veces hasta tres veces por día.
Los investigadores decidieron demostrar al público el proceso como ellos entrenaban un delfín para hacer el truco:
Un delfín era llevado desde un tanque de espera a un tanque de presentación frente al público. El entrenador se esperaba a que el delfín tuviera un comportamiento fácil de notar por el público, así como, por ejemplo, levantar la cabeza fuera del agua y mantenerla así durante unos minutos. Entonces el entrenador tocaba el silbato y le daba un pescado al delfín. Después de esto el entrenador esperaba hasta que el delfín repetía la hazaña, tocaba nuevamente el silbato y le obsequiaba con otro pescado. Rápidamente el delfín aprendía lo que tenía que hacer para conseguir su premio y seguía repitiendo su comportamiento para lograrlo.
Más tarde, el delfín estuvo esperando dos horas en el tanque de espera, para volver nuevamente al tanque de presentación. Naturalmente, empezó a repetir su habilidad de mantener erguida su cabeza fuera del agua como hizo la primera vez y esperó el sonido del silbato y el pescado..., pero el entrenador tenía otros planes para él, quería que el delfín enseñara un truco nuevo al público.
Pasados casi los dos tercios del tiempo de exhibición ante el público repitiendo el mismo truco varias veces, el delfín, finalmente, sintiéndose frustrado meneó su cola. El entrenador inmediatamente tocó el silbato y le arrojó un pescado. El delfín sorprendido y un tanto confundido meneó de nuevo la cola, siendo premiado dos veces consecutivas y demostrando con éxito de nuevo su capacidad de aprender.
En la tercera sesión, después de dos horas de espera y siendo llevado de nuevo al tanque de presentación, el delfín el delfín comenzó a mover la cola obedientemente tal y como había aprendido en la sesión anterior; y como fuere que el entrenador insistía en querer que aprendiera algo nuevo, no le silbó y no le dio pescado alguno.
Nuevamente el delfín se pasó casi los dos tercios del tiempo de exhibición repitiendo el meneo de la cola con una frustración creciente, hasta que estando totalmente impaciente, hizo algo diferente, como un giro. . El entrenador inmediatamente tocó el silbato y le arrojó un pescado. Pasado un tiempo prudencial, el delfín aprendió con éxito girar sobre su eje frente al público y fue devuelto a su estante de espera.
Durante catorce representaciones el delfín repitió ese modelo: el primero de los dos tercios de la presentación se utilizaba en repeticiones fútiles de comportamientos que fueron reforzados en la presentación anterior hasta que casi “por accidente”, él efectuaba un cambio obvio de comportamiento y fue capaz de completar con éxito la demostración de su entrenamiento.
Al delfín esto le suponía sentirse cada vez más perturbado y frustrado en cada presentación, en cada “equivocación”, sin embargo el entrenado consideró necesario romper las reglas del contexto durante el entrenamiento y darle de vez en cuando un pescado “sin merecerlo” para mantener su relación con el delfín, pues de lo contrario si el grado de frustración del delfín fuera límite éste podría negarse a cooperar con el entrenador repercutiendo negativamente en el proceso de la investigación.
Buena parte de las teorías de aprendizaje y motivación se basan en el paradigma “arco-reflejo”, recibimos un estímulo sensorial, que provoca alguna respuesta, que ulteriormente puede ser reforzada positiva o negativamente., (premio/castigo) como todas las demás experiencias de nuestra vida, tiene una estructura mental interna.
Finalmente, entre la décima cuarta y la décima quinta sesión, el delfín parecía prácticamente salvaje con la excitación que le suponía la experiencia, como si de pronto hubiera descubierto una mina de oro. Cuando fue llevado al tanque de presentación para el décimo quinto espectáculo, inició actividades más elaboradas, incluidas ocho comportamientos distintos a los específicos del entrenamiento, cuatro de las cuales nunca antes habían sido observadas en esa especie.
Los elementos importantes de esta historia son:
1. El delfín tuvo que aprender una nueva serie de comportamientos en oposición a un comportamiento en particular.
2. Las peculiaridades del comportamiento fueron determinadas por el delfín y no por el entrenador. Ya que la principal tarea de éste era la de controlar el contexto de manera que el delfín realizara nuevas proezas.
3. El aprendizaje problema era el contexto y sus peculiaridades: el tanque de presentación. (el escenario).
4. El silbato no era un estímulo específico para activar una respuesta peculiar, sino un mensaje al delfín sobre alguna cosa que ya había hecho.
5. El pescado que se le daba al delfín suponía más un refuerzo en la relación entrenador/delfín que un “premio” en sí mismo, ya que era evidente que como tal resultaba proporcionalmente inferior al esfuerzo para conseguir un comportamiento en particular cada vez.
6. Si el entrenador no estuviese sensible a esta relación y no hubiera tomado las actitudes necesarias para mantenerla, la experiencia podría haber sido un fracaso.
Gregory Bateson estuvo varios años estudiando los patrones de comunicación de las marsopas y los delfines. Él registró que, para complementar sus estudios, el centro de estudios con el que él estaba relacionado, con frecuencia organizaba presentaciones para el público al vivo usando los animales que estaban siendo estudiados, a veces hasta tres veces por día.
Los investigadores decidieron demostrar al público el proceso como ellos entrenaban un delfín para hacer el truco:
Un delfín era llevado desde un tanque de espera a un tanque de presentación frente al público. El entrenador se esperaba a que el delfín tuviera un comportamiento fácil de notar por el público, así como, por ejemplo, levantar la cabeza fuera del agua y mantenerla así durante unos minutos. Entonces el entrenador tocaba el silbato y le daba un pescado al delfín. Después de esto el entrenador esperaba hasta que el delfín repetía la hazaña, tocaba nuevamente el silbato y le obsequiaba con otro pescado. Rápidamente el delfín aprendía lo que tenía que hacer para conseguir su premio y seguía repitiendo su comportamiento para lograrlo.
Más tarde, el delfín estuvo esperando dos horas en el tanque de espera, para volver nuevamente al tanque de presentación. Naturalmente, empezó a repetir su habilidad de mantener erguida su cabeza fuera del agua como hizo la primera vez y esperó el sonido del silbato y el pescado..., pero el entrenador tenía otros planes para él, quería que el delfín enseñara un truco nuevo al público.
Pasados casi los dos tercios del tiempo de exhibición ante el público repitiendo el mismo truco varias veces, el delfín, finalmente, sintiéndose frustrado meneó su cola. El entrenador inmediatamente tocó el silbato y le arrojó un pescado. El delfín sorprendido y un tanto confundido meneó de nuevo la cola, siendo premiado dos veces consecutivas y demostrando con éxito de nuevo su capacidad de aprender.
En la tercera sesión, después de dos horas de espera y siendo llevado de nuevo al tanque de presentación, el delfín el delfín comenzó a mover la cola obedientemente tal y como había aprendido en la sesión anterior; y como fuere que el entrenador insistía en querer que aprendiera algo nuevo, no le silbó y no le dio pescado alguno.
Nuevamente el delfín se pasó casi los dos tercios del tiempo de exhibición repitiendo el meneo de la cola con una frustración creciente, hasta que estando totalmente impaciente, hizo algo diferente, como un giro. . El entrenador inmediatamente tocó el silbato y le arrojó un pescado. Pasado un tiempo prudencial, el delfín aprendió con éxito girar sobre su eje frente al público y fue devuelto a su estante de espera.
Durante catorce representaciones el delfín repitió ese modelo: el primero de los dos tercios de la presentación se utilizaba en repeticiones fútiles de comportamientos que fueron reforzados en la presentación anterior hasta que casi “por accidente”, él efectuaba un cambio obvio de comportamiento y fue capaz de completar con éxito la demostración de su entrenamiento.
Al delfín esto le suponía sentirse cada vez más perturbado y frustrado en cada presentación, en cada “equivocación”, sin embargo el entrenado consideró necesario romper las reglas del contexto durante el entrenamiento y darle de vez en cuando un pescado “sin merecerlo” para mantener su relación con el delfín, pues de lo contrario si el grado de frustración del delfín fuera límite éste podría negarse a cooperar con el entrenador repercutiendo negativamente en el proceso de la investigación.
Buena parte de las teorías de aprendizaje y motivación se basan en el paradigma “arco-reflejo”, recibimos un estímulo sensorial, que provoca alguna respuesta, que ulteriormente puede ser reforzada positiva o negativamente., (premio/castigo) como todas las demás experiencias de nuestra vida, tiene una estructura mental interna.
Finalmente, entre la décima cuarta y la décima quinta sesión, el delfín parecía prácticamente salvaje con la excitación que le suponía la experiencia, como si de pronto hubiera descubierto una mina de oro. Cuando fue llevado al tanque de presentación para el décimo quinto espectáculo, inició actividades más elaboradas, incluidas ocho comportamientos distintos a los específicos del entrenamiento, cuatro de las cuales nunca antes habían sido observadas en esa especie.
Los elementos importantes de esta historia son:
1. El delfín tuvo que aprender una nueva serie de comportamientos en oposición a un comportamiento en particular.
2. Las peculiaridades del comportamiento fueron determinadas por el delfín y no por el entrenador. Ya que la principal tarea de éste era la de controlar el contexto de manera que el delfín realizara nuevas proezas.
3. El aprendizaje problema era el contexto y sus peculiaridades: el tanque de presentación. (el escenario).
4. El silbato no era un estímulo específico para activar una respuesta peculiar, sino un mensaje al delfín sobre alguna cosa que ya había hecho.
5. El pescado que se le daba al delfín suponía más un refuerzo en la relación entrenador/delfín que un “premio” en sí mismo, ya que era evidente que como tal resultaba proporcionalmente inferior al esfuerzo para conseguir un comportamiento en particular cada vez.
6. Si el entrenador no estuviese sensible a esta relación y no hubiera tomado las actitudes necesarias para mantenerla, la experiencia podría haber sido un fracaso.
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